Según el Diccionario Inglés de Oxford, la palabra dicotomía implica una división entre dos partes claramente definidas o contrastadas. Sin embargo, de acuerdo con Yves Lacoste las dicotomías geopolíticas no deben tomarse como simples categorías fijas, sino como herramientas que reflejen las relaciones de poder entre los nuevos actores como potencias y las dinámicas de la política global. El libro al que hago referencia en el artículo lleva por título “Nacionalismo contra Globalismo” por Alfredo Jalife.
Históricamente, la raíz del dilema derecha/izquierda se generó a inicios del siglo XVII en el Parlamento Británico, el cual dividía las butacas de la cámara en dos sectores diametralmente opuestos, de esta manera, los Realistas (afines al rey de turno) se sentaban a la derecha y la oposición o los Comunes se sentaban al lado izquierdo. Casi un siglo después, con la revolución francesa y durante la Asamblea General se adoptaron dichos términos con el posicionamiento de los Jacobinos (revolucionarios) al lado izquierdo y los Girondinos (conservadores) al lado derecho.
Este marco ideológico se profundizó a mediados del siglo XIX a consecuencia del cambio estructural social y “lucha de clases” propio de la primera revolución industrial con las máquinas a vapor y el surgimiento del pensamiento filosófico de Marx y Engels. Asimismo, se intensificó en la segunda revolución industrial (Electricidad) con la masificación del trabajo y el “Taylorismo”, posteriormente se afianza con la tercera revolución industrial (científico-tecnológica) a través del colonialismo eurocéntrico y la presencia de movimientos socialistas en el mundo, pero se atenúa con la caída de la URSS.
En paralelo a la disolución de la URSS o a fines del siglo XX se trastoca el dilema mencionado con el proyecto anglosajón impulsado por el thatcherismo/reaganomics conocido como Globalismo o Neoliberalismo global, el cual se basó en la privatización de empresas estatales, reducción de impuestos a las élites económicas, así como el recorte de beneficios sociales a los trabajadores y desregulación de diversas industrias con el objetivo de “aumentar la competencia”. Dicho ismo, en sintonía con Joseph Stiglitz-Premio Nóbel de Economía en 2001, debido a sus fallas fundamentales no es sostenible en el tiempo (sobre todo para los países en desarrollo) y prueba de ello fue la crisis inmobiliaria estadounidense en 2008 así como el desplome del Banco Lehman Brothers, punto álgido de la Desglobalización (financiera) que llevó a distintos países a replantearse sus políticas internas y externas en función a sus prioridades o las del grupo político-económico que las gobierna.
Por tanto, aunque no desaparezcan los términos “izquierda” y “derecha”, debido a sus diversos significados en el tiempo, sí se debilita la hegemonía de Occidente (Estados Unidos), en ese sentido, tal dilema topográfico ya no alcanza para entender y/o explicar la naturaleza del nuevo orden multipolar. Por si fuera poco, frente a tanto travestismo de los llamados representantes de “izquierda” que terminan sucumbiendo ante la agenda neoliberal global lo que incluyen los intereses de las trasnacionales extractivistas, geo-financieras y el complejo militar industrial; los términos no describen la realidad de posturas incoherentes supuestamente de “izquierda” contra el neocolonialismo y poder económico global.
Finalmente, en el contexto del nuevo orden multipolar encabezado por los BRICS+, la guerra híbrida OTAN – Rusia, sumado a la gestación de la era de la Inteligencia Artificial se presenta la oportunidad para que la población replantee su enfoque en función a la soberanía de sus países (con una visión Universal) o en función al sistema Neoliberal global.
Autor: Leonardo Galindo