Esta mañana llegaron noticias desde Israel: el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció un alto al fuego en el frente del Líbano y la disputa con el grupo Hezbolá. Camuflado como una estrategia para concentrarse en las “verdaderas amenazas” y terminar de aislar a los civiles en Gaza, este nuevo acuerdo de paz, uno de tantos firmados por Israel en las últimas dos décadas, parece más una respuesta a los reclamos occidentales por la falta de eficacia en el manejo del conflicto y al evidente cansancio por la guerra.
Este acuerdo, apadrinado por la ONU, estaría siendo utilizado para calmar las aguas tras la ola de críticas que enfrenta el gobierno de Israel y para evitar seguir sumando crímenes al expediente de Netanyahu, quien recientemente recibió una orden de detención emitida por la Corte Penal Internacional.
La noticia del alto al fuego ha sido motivo de celebración para países de distintas regiones del mundo. Curiosamente, los primeros en pronunciarse no fueron países del Medio Oriente, sino Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Estas naciones calificaron los acuerdos como un “paso de Israel a favor de la paz”. Sin embargo, la realidad sugiere otra cosa: se trata de una nueva ofensiva genocida contra la hoy aislada población de Gaza.
A pesar de la situación actual, se hace cada vez más evidente que Occidente ha perdido sus aspiraciones de crear un casus belli que beneficie sus intereses económicos en tierras árabes… al menos por ahora.
Por: Marcelo Samaniego