Clima como excusa para evitar el repudio
Dina Boluarte no asistió al Bicentenario de la Batalla de Ayacucho en la Pampa de la Quinua, alegando «caprichos del clima» que impidieron su traslado. Sin embargo, su inasistencia ha sido interpretada como una evasión al rechazo que Ayacucho mantiene vivo tras la represión de las protestas de diciembre de 2022, donde el ejercito peruano asesinó a 10 personas. Su mensaje desde Lima, lejos de la región, refleja una desconexión que sigue alimentando el descontento popular.
Memoria y heridas abiertas en Ayacucho
La ausencia de Boluarte llega en un contexto donde el pueblo ayacuchano aún exige justicia por las muertes y heridas ocasionadas en las protestas. La Pampa de la Quinua, lugar que simboliza la lucha por la libertad, fue escenario de un reclamo colectivo que no olvida la violencia ejercida. Desde enero, Boluarte no ha vuelto a la región, evitando enfrentar a las familias de las víctimas que claman por justicia y reparación.
Desafío a las demandas ciudadanas
Mientras Boluarte hablaba desde Lima sobre crecimiento económico y estabilidad política, en Ayacucho las autoridades locales, encabezadas por Wilfredo Oscorima, insistían en la necesidad de proyectos esenciales como agua potable y servicios básicos. No obstante, sus palabras fueron recibidas con escepticismo, dado que tanto Boluarte como Oscorima enfrentan cuestionamientos éticos y legales, incluidos vínculos con el escándalo del “Rolexgate”.
Ayacucho sigue exigiendo justicia, verdad y compromiso, recordándole al país que la memoria de sus luchas no será ignorada.