La televisión peruana conoció su momento más degradante durante la etapa del fujimontesinismo (1990-2001), encontrando su punto más bajo cuando la periodista Magaly Medina transmitió pornografía en señal abierta y en horario de protección al menor (caso prostivedetes).
De este periodo, son memorables las reuniones en el SIN entre Vladimiro Montesinos y los Crousillat o los Winter, según fuera la ocasión. Más tarde, con la llegada de la democracia liberal, los sobornos descarados de aquellos tiempos fueron legalizados y edulcorados mediante la publicidad estatal, resultando en que los presidentes que le sucedieron a Fujimori (Toledo, Alan García, Humala, PPK, Vizcarra y otros) usaron de forma legal, pero ilegítima, recursos del Estado para «informar» a los peruanos sobre los avances en su gestión, privilegiando a los canales corporativos limeños. Llama la atención que uno de los presidentes que más gastó en publicidad estatal fue Ollanta Humala, por lo que habría que preguntarse, para un análisis más profundo, cómo era el discurso de los medios corporativos en relación con el presidente del Partido Nacionalista.
Obviamente, ya no se trataba de discursos notablemente teledirigidos como en los noventa, sino que se jugaba con cierta pluralidad y atisbos de independencia periodística, pero tal independencia se daba solo en la forma. Actualmente, la degradación moral y la polarización política han llegado a tal nivel que podemos decir que los canales de televisión actúan como extorsionadores tomando del cuello al mandatario de turno y esperando recibir la famosa «mermelada», pero lo mencionado solo es una parte de la corrupción inherente al sistema al que estamos sometidos.
Tiempos de márketing
Si bien Ollanta Humala tiene el récord histórico en gastos de publicidad estatal, un presidente que manejó con astucia su imagen en los medios televisivos fue Martín Vizcarra, quien tiene unos memorables reportajes dedicados a su persona en América TV. Su postura antifujimorista y tecnócrata sumada al contexto álgido de la pandemia convirtieron al expresidente Martín Vizcarra en una opción bastante decente para la izquierda empresarial, resultando en que, luego de la caída del famoso “lagarto”, la clase media alimeñada se volcó a las calles en una gesta revolucionaria que no revolucionó y ni siquiera reformó nada. Dicho movimiento “popular” dejaba un mal sabor de boca, pues los canales, en esta oportunidad, incitaban a la población a movilizarse. Muy raro y teledirigido todo. Es de suponer que algo tiene que ver el dinero que recibían los medios televisivos, su ansia de rating y la obvia coincidencia ideológica entre los grupos de poder y el exvicepresidente de Pedro Pablo Kuscinsky.
¿Qué hizo Castillo?
Existía una demanda postergada por parte de Humala: democratizar los medios de comunicación. En esa línea democratizadora, Castillo promulgó la ley 31515, la que tenía como principal novedad ampliar el presupuesto publicitario estatal a medios locales y alternativos, con lo que se redujo el dinero que los canales corporativos centralizados recibían. Lo anterior aunado a un evidente choque de intereses entre la clase corporativa nacional y los intereses de las mayorías relegadas, mal que bien representadas por Castillo, se tradujo en una batalla de demolición contra el presidente cajamarquino, batalla que venía desde tiempos electorales.
Dicho en cristiano, los canales de televisión atacaron a Castillo porque ya no recibían su «mermelada»:
- Panamericana dejó de recibir 8,2 millones de soles y solo recibió 1 milloncito (porcentualmente fue el que más vio reducido su presupuesto).
- ATV dejó sus 15 millones de soles de lado y se tuvo que conformar con 1 millón.
- Latina dejó de percibir 23 millones de soles, teniendo que hacer malabares con 2 millones.
- América TV. pasó de 34 millones a 3,4 millones.
- RPP de 14 millones a 2.
- El Comercio de 2 a 0,5 millones.
- La República de 4 a 2 millones.
Pero explicarlo todo por la «mermelada» es insuficiente. La principal razón por la que los canales nacionales corporativos están en contra de Castillo es porque representa los intereses de peruanos olvidados que buscan una revolución económica en el país: industrialización de materias primas y creación de las condiciones mínimas para la clase trabajadora: agua, saneamiento, colegios, salud y empleo. Nótese que lo que buscan los colectivos civiles que protestan es superar el estado actual de posfeudalismo para comenzar a desarrollar una etapa de industrialización del país.
¿Qué hacer con los canales de TV peruanos?
Desde la Constitución del 93, hemos sido testigos del saqueo de las arcas del Estado por parte de las empresas y corporaciones privadas nacionales y extranjeras. La Carta Magna fujimorista está hecha de tal modo que nuestros presidentes se convierten en investigados, acusados y culpables de corrupción, pues la corrupción es inherente al sistema neoliberal capitalista. Ni estabilidad laboral, ni salud, ni educación y otros se han salvado de las garras de las grandes corporaciones privadas que gobiernan el país; así mismo, los canales siguen esta lógica y muestran cada día la degeneración cultural en la que estamos inmersos. Bodrios como Esto es guerra, Magaly Medina, Gisela, Peluchín y otros son solo muestra de lo que los grandes privados hacen cuando están a cargo del entretenimiento en un país. Teniendo en cuenta que ni siquiera se aceptaría una regulación de contenido como ambicionaba Marco Aurelio Denegri y, sabiendo que los problemas se resuelven de raíz, lo más sensato es pensar en la expropiación de los canales. La televisión se ha convertido en lo que es hoy porque unos cuantos con mucho poder «compran» o «alquilan» un recurso natural (espectro radioeléctrico) y monopolizan la información según su conveniencia. La solución más sensata puede parecer una locura, pero solo es el efecto del caos y psicosis en el que vivimos, y del que solo podemos salir democratizando radicalmente la información televisiva. Una alternativa es organizar la administración de los espacios televisivos entre diferentes colectivos civiles democratizados, radicalmente a su vez (no colegios ni organismos elitistas similares). Veamos el ejemplo de TV5 Monde, canal internacional francés que, si bien ha pasado por un proceso de privatización, todavía conserva un contenido de calidad porque este se encuentra a cargo de distintos gremios y organizaciones representativas de la clase trabajadora francesa.
Finalmente, podemos agregar que es preocupante el nivel de deshumanización al que están llegando los televidentes. Es claro que distraer, idiotizar, deshumanizar y, finalmente, crear una población fascista son los objetivos de la televisión contemporánea corporativa. No podemos progresar o ni siquiera salir de este hoyo ideológico en el que nos encontramos si no tenemos acceso a una posición distinta a la religión del mercado y el neoliberalismo. Ahora ya no son curas, ni señores feudales o reyes, ahora se trata de una oligarquía tecnócrata y «bien preparada» que fomenta un discurso monopólico en sus iglesias modernas: los canales de televisión.
Fuentes:
-Sobre publicidad estatal, comparativos entre los otros presidentes y Castillo: https://infomercado.pe/publicidad-estatal-cuanto-han-dejado-de-ganar-los-grandes-medios-privados-090922-cch/#google_vignette